Las siglas SPV hacen referencia a las Special Purpose Vehicle, que en español se conocen también como Sociedades de Propósito Especial, y se refieren a entidades independientes que se forman para gestionar la inversión en un proyecto o para crear uno nuevo.
Aunque se pueden crear con propósitos diversos, lo que las caracteriza a todas ellas es la estructura o caparazón que utilizan y que siempre es similar.
Y pese a que puede sonar complejo, en las siguientes líneas verás que en realidad son más sencillas de lo que parece. De hecho, estas sociedades son muy habituales en inversiones de crowdfunding y crowdlending.
¿Qué es una SPV?
Realmente se trata de una entidad o sociedad independiente que puede tener diversos fines, que generalmente tienen que ver con el desarrollo o la inversión en un proyecto.
Para que lo entiendas mejor, imagina una empresa que quiere crear un nuevo proyecto más innovador y que, para ello, en lugar de hacerlo dentro de la estructura del negocio principal, se hace en una nueva entidad independiente – SPV -. En caso de que la inversión no vaya bien, este daño económico no causará ningún impacto en el negocio principal.
En términos jurídicos, las SPV son empresas distintas, que funcionan con sus propios activos y pasivos y que se crean con un objetivo específico.
Así, se pueden utilizar tanto como vehículo de inversión, como para crear una nueva empresa sacada de una matriz para poder continuar su actividad, tal y como se ha visto en el ejemplo anterior.
Es decir, la SPV es la estructura, lo que hay dentro puede servir para diversos fines.
Los usos más conocidos, como ya has podido ver, pueden ser aglutinar dinero de inversores y destinarlo a la inversión en un proyecto; o, la creación de una compañía secundaria por si la principal quiebra o viceversa.
En definitiva, son entidades o sociedades independientes que ayudan, sobre todo, a desarrollar nuevos proyectos, y lo que es más importante, a minimizar los riesgos.
Tipos de SPV
Con lo visto hasta ahora, ya has podido comprobar que existen diversas razones para crear una SPV. Generalmente, los motivos de su creación se pueden dividir en tres grandes bloques. Aunque, la estructura es la misma, lo único que cambia es la finalidad de la creación.
Por un lado, están las SPV que funcionan como un vehículo de inversión para juntar activos de varios inversores con la intención de invertir en una compañía o lanzar un proyecto. Se diferencian de otro tipo de vehículos de inversión, como los fondos o las SICAV, porque estás SPV invierten, generalmente, en un solo proyecto.
Para verlo con un ejemplo, imagina un grupo de inversores que quiere sacar adelante una nueva empresa que está desarrollando una nueva aplicación enfocada en la nutrición y los hábitos saludables.
Para separar esta sociedad de otras que puedan tener y minimizar los posibles riesgos, lo pueden hacer mediante una SPV. También es válido este ejemplo si, en lugar de desarrollarla, quisieran invertir o comprar esa empresa ya existente.
Muchas plataformas de inversión utilizan las SPV como fórmula para invertir en los diferentes proyectos que plantean a sus clientes.
En segundo lugar, están las SPV que se crean como sociedades independientes de una empresa matriz. Así, esta nueva compañía tiene su propia personalidad jurídica, que le permite separar riesgos financieros. Puede ser habitual, si un negocio decide crear una filial independiente y que no interfiera en las cuentas de la empresa principal.
Por último, también pueden ser habituales como fruto de una colaboración. Por ejemplo, dos empresas que crean que pueden sacar un proyecto común, pueden optar por la fórmula de la SPV para crear un negocio independiente en el que comparten el control, pero limitan los riesgos y lo sacan de su actividad principal.
Este podría ser el caso de una inversión inmobiliaria conjunta de una plataforma de crowdfunding con una promotora.
Las SPV inversoras
En España, las Sociedades de Propósito Especial inversoras tienen el mismo objetivo: canalizar el dinero de los inversores para gestionar un proyecto o invertir en él, como se ha comentado en el anterior apartado.
Su uso más frecuente es el de financiar proyectos inmobiliarios, de energías renovables o de nuevas tecnologías. Aunque, también es habitual dentro del crowdfunding o crowdlending.
En plataformas de inversión que funcionan como crowdfunding tienen su razón de ser en que, si el proyecto va mal, se mantiene aislado del resto de proyectos. Esto se debe a que cada una de ellas funciona de manera independiente para minimizar los riesgos de una inversión.
Las SPV y el crowdfunding inmobiliario
En el caso del crowdfunding inmobiliario, al que a día de hoy tienen acceso todo tipo de inversores para beneficiarse de este mercado alternativo, las SPV son un instrumento esencial. Así, la empresa principal crea una SPV para cada proyecto inmobiliario en el que vaya a comprar, reformar, alquilar o vender una propiedad. En caso de que uno salga mal, no afecta al resto de proyectos.
Por tanto, en el caso de que un inversor esté invertido en diferentes proyectos inmobiliarios, si estos se hacen mediante SPVs diferentes, lo que se consigue es minimizar los riesgos para que no se cree un efecto dominó que pueda arrastrar al resto.