Cuando hablamos de proyectos de inversión inmobiliaria, se hace referencia a una iniciativa que busca generar una rentabilidad a través de la compra, venta, alquiler o desarrollo de una o varias propiedades. Estos proyectos pueden englobar distintos tipos de inmuebles, como son los comerciales, turísticos, residenciales, etc. En cualquiera de los casos, para llevar a cabo se necesita una evaluación del proyecto para medir su viabilidad y así comenzar a solicitar financiación.
Para los inversores, ofrecen varias ventajas, como pueden ser generar nuevos ingresos pasivos, diversificar el patrimonio, protección contra la inflación, entre otros. Aun así, como cualquier inversión, es importante informarse y conocer el mercado de forma previa a lanzarse a invertir. Por eso, como consejo, es importante definir los objetivos, el presupuesto, el plazo y el perfil de riesgo que se está dispuesto a asumir. Además, es conveniente contar con el asesoramiento de profesionales especializados en el ámbito inmobiliario como el equipo de wecity, con el fin de orientar la toma de decisiones y conseguir la mayor rentabilidad.
Evaluar la rentabilidad un proyecto inmobiliario
La rentabilidad de los proyectos de inversión inmobiliaria es el rendimiento económico que se obtiene de la adquisición, posesión o venta de una propiedad. De forma habitual, se expresa en porcentaje y se calcula teniendo en cuenta los ingresos y todos los gastos asociados a la operación. Existen diferentes formas de medir la rentabilidad: la rentabilidad bruta, la rentabilidad neta y por último, la rentabilidad por plusvalía.
- Rentabilidad bruta. Es el porcentaje de ingresos que se obtiene de una propiedad en relación con su valor de compra, es decir, se calcula dividiendo los ingresos anuales generados por el inmueble entre el precio de adquisición de la propiedad. Con ese resultado, simplemente se debe multiplicar por 100. Este indicador proporciona una visión general del rendimiento de la inversión, pero el gran inconveniente es que no tiene en cuenta los gastos asociados a la propiedad, como impuestos, mantenimiento o financiación.
- Rentabilidad neta. A diferencia de la bruta, esta es una forma más objetiva de plantear una rentabilidad, dado que sí cuenta con gastos asociados al bien inmueble. Para calcularla, se empieza restando los gastos anuales, ya sean los relacionados con el mantenimiento, impuestos, etc. a los ingresos anuales generados por el inmueble. A continuación, se divide el resultado entre el precio de adquisición de la propiedad, para posteriormente multiplicar el resultado por 100 y obtener así el porcentaje de rentabilidad de carácter neto.
- Rentabilidad por plusvalía. Se trata del beneficio que se obtiene al vender una propiedad por un precio superior al que se compró en un primer momento. Se calcula restando el precio de venta al precio de compra y dividiendo el resultado entre el precio de compra y luego, se multiplica el resultado por 100. Este indicador refleja así el aumento del valor de la propiedad a lo largo del tiempo.
Finalmente, para calcular la rentabilidad total de un proyecto inmobiliario, se debe sumar la rentabilidad neta y la rentabilidad por plusvalía, obteniendo así el beneficio total de la inversión. Aun así, para lograr la máxima precisión, es recomendable dejarse asesorar por profesionales del sector.
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