En el mundo de los mercados financieros conviven una gran diversidad de conceptos que pueden resultar complejos para las personas que se están adentrando o empezando a formarse en inversión.
Uno de esos conceptos, que se suele repetir con gran asiduidad, es el del apalancamiento financiero. Por eso, te vamos a contar todo lo que necesitas saber y cómo puedes aprovecharlo a tu favor.
¿Qué es el apalancamiento financiero?
Este término, que puede parecer complejo, hace referencia al endeudamiento para adquirir un activo de inversión. Aunque hay diversas maneras de hacer este apalancamiento, a través de brókeres o bancos, la idea es la misma: pedir dinero prestado para comprar un activo financiero.
Vamos a verlo con un ejemplo. Imagina que piensas que un determinado valor puede subir un 100% en los próximos dos años. Esa subida conseguiría duplicar tu capital financiero, si en lugar de invertir 10.000 euros propios y obtener otros 10.000 de beneficios en solo 24 meses, inviertes 50.000 euros (10.000 más 40.000 prestados), tus beneficios brutos serían de 50.000 euros, en lugar de 10.000 euros. A ese dinero, tendrías que descontarle los intereses a pagar al banco.
En eso consiste básicamente el apalancamiento financiero, aunque este apalancamiento no solo incluye la inversión en bolsa. También se aplica a otras inversiones como la inversión inmobiliaria.
Cuando contratas una hipoteca, también te estás apalancando. De hecho, esta posibilidad de apalancarte es una de las características y las ventajas de la inversión inmobiliaria.
¿Cómo se hace el apalancamiento financiero?
Existen diferentes formas de apalancamiento según en que vayas a invertir.
En el caso de la inversión en bolsa, generalmente, los brókeres suelen ofrece la posibilidad de adquirir un activo con apalancamiento. Suele venir representado con un x2, x3, x4, etc. Eso hace referencia a que estas invirtiendo el doble del capital que pones tú. Así, si compras 1.000 euros en un activo con un aplacamiento de x3, realmente estarías invirtiendo 3.000 euros.
Es un proceso sencillo de hacer que suele estar disponible en la mayoría de brókeres. Ahora bien, aunque tiene la posibilidad de hacer que ganemos mucho más dinero al invertir capital que no es nuestro y nos presta el propio bróker, también tiene ciertos riesgos que no puedes obviar.
En el caso de la inversión inmobiliaria, el apalancamiento es más sencillo y llega de la mano de hipotecas para inversores particulares y de préstamos promotor para los promotores.
¿Cuál son los riesgos del apalancamiento financiero?
El principal riesgo es que el activo en lugar de subir baje. De esta manera, si tenemos una evolución positiva podemos ganar el doble o el triple que, sin apalancamiento, pero también perder el doble o el triple.
Por ejemplo, si invertimos 1.000 euros sin apalancamiento y el activo cae un 20%, perderemos 200 euros. Pero, si invertimos 1.000 euros con un x3 de apalancamiento, perderemos 600 euros.
De esta manera, el principal riesgo del apalancamiento financiero es que, si la inversión no genera los rendimientos esperados o pierde valor, las pérdidas se amplifican. Además, el inversor debe cumplir con las obligaciones de pago de la deuda, incluyendo intereses, lo cual puede ser difícil si los ingresos de la inversión no son suficientes. En casos extremos, el uso excesivo de apalancamiento puede llevar a la insolvencia o quiebra.
Y con la inversión inmobiliaria a través del apalancamiento, los riesgos del apalancamiento pasan por no ser capaz de devolver los préstamos que has pedido y que el banco te embargue la casa.
¿Cómo puedo aprovechar el apalancamiento financiero?
Una vez que ya sabes lo que es y conoces los riesgos, también es necesario saber cómo puedes utilizar el apalancamiento financiero a tu favor.
Lo primero de todo es conocer los tipos de interés que te va a cobrar el banco o el bróker con el que te endeudes. No es lo mismo si te cobran un 8% TAE que un 20%, porque esto puede hacer que la operación tenga sentido o no la tenga. De hecho, ese es el motivo por el que es tan interesante el apalancamiento aplicado al inmobiliario: el coste de financiación es menor.
Por ejemplo, si pedimos 50.000 euros al 8% tendremos que pagar 17.400 euros de intereses, teniendo que devolver 67.400 euros a la entidad. Mientras que si es al 20% tendremos que pagar unos intereses de 29.481 euros y devolver al banco casi 80.000 euros.
En segundo lugar, debes tener clara la oportunidad de inversión. Si tienes la certeza de que esa inversión subirá un 100% en un plazo de dos o tres años, puede resultarte rentable. Pero, debes estar seguro porque el binomio rentabilidad, más los intereses del endeudamiento son la clave para saber si la operación es o no es rentable.
Un ejemplo de cuándo sería rentable apalancarse:
Daniel tiene claro que la acción XCV va a subir un 100% en los próximos 2 años, por este motivo pide un préstamo de 50.000 euros al 8%. Al cabo de dos años, la acción sube y Daniel tiene 100.000 euros brutos. De los cuales, debe devolver 67.400 euros. Por tanto, el beneficio neto (sin contar impuestos) es de 33.600 euros.
Sin apalancamiento, Daniel habría invertido 10.000 euros y habría ganado otros 10.000. Es decir, que con la operación anterior ganaría el triple. Así, tendría lógica esta operación.
Lo ideal, para un inversor minorista, puede ser aprovechar oportunidades de mercado claras y apalancarse con poco patrimonio que no le vaya a generar demasiados quebraderos de cabeza en caso de que la operación le vaya mal. Así, si inviertes 1.000 euros y te apalancas en un x3, los riesgos son mucho menos que si te apalancas con cantidades de 30.000 o 50.000 euros en adelante.
Debes tener siempre presente los riesgos
Como hemos repetido, el éxito de la operación depende de que el valor suba según lo estimado. De no ser así, las pérdidas podrían ser muy elevadas lastrando la situación económica y personal del inversor. Por tanto, hay que saber cuándo hacer apalancamiento financiero y cuándo no, con qué activos puede merecer la pena y, sobre todo, tener una buena gestión del riesgo de tal manera que, en caso de perder, no suponga una quiebra.